domingo, 12 de abril de 2015

luis franco

LUIS FRANCO: EL VERSO REBELDE DEL LABRADOR

La voz poética  y obrera de este hombre  que presentó ante la sociedad un mundo ligado a la conducta del trabajo rural y a la intimidad lacerante de la tarea rústica, es una valiente demostración del compromiso asumido por un ser extremadamente sensible que rechazaba toda categorización vana y reconocía “una repugnancia orgánica por los ismos en política como en literatura”.
Luis Leopoldo Franco (1898-1988) fue un rebelde de carácter intransigente que cargó con el peso de la censura y la falta de apoyo de gran parte de sus contemporáneos. Tal cual advierte Lucas Moreno, en la presentación de la antología poética editada por Eudeba, en 1964, “es el Luis Franco, como artista y como hombre, un caso único en nuestras letras. Tal vez para ubicarlo pudiéramos afirmar que es el antiintelectual por definición, si por intelectual entendemos la idea tradicionalmente aceptada de un profesional del intelecto que asume, por la jerarquía social de su trabajo, una función que lo exime de todo compromiso con su tierra y su tiempo. Como si dijéramos un presunto puro cerebro sin manos, alienado de la vida y con la sola preocupación de su oficio que amenaza convertirlo de hombre en abstracción.
Son conocidas las múltiples ocupaciones que le posibilitaron afirmarse y defender su libertad interior, su insobornable independencia de criterio y opinión, tan difíciles de mantener en nuestros días.
Con el concurso de sus manos, como el griego de los tiempos de Esquilo, fue logrando las bases mínimas de una vida austera. No desechó oficio ni menester por elemental o humilde que fuese. Labrador en Belén de Catamarca, su pueblo natal, cultivó durante largos años un predio por demás desparejo y fragoso, hasta nivelarlo, llevándolo luego, con muy escasos y rudimentarios enseres de que disponía, a un aceptable rendimiento, al combinar el cultivo de cereales y pastos con la vid. Más de diez mil cepas plantó a lo largo de esos años con sus propias manos. No se conoce entre sus colegas de la literatura quien pueda hacer una afirmación en igual sentido”.
El caso de Franco  se asemeja a la mística de Horacio Quiroga, José Pedroni o al de Miguel Hernández, en España. Cabe recordar que Franco sufrió cárcel por defender el agua de riego de su pueblo, lo que demuestra que fue un hombre sin falsas posiciones, un verdadero poeta y predicador, un artesano de las letras.
Su leyenda queda también asegurada  con opiniones de autores como Leopoldo Lugones y Roberto Arlt. Dice el autor de Romancero“Este poeta Luis Franco nació con la facilidad, que es un don del ala. Canta como el pájaro, por llamamiento de la naturaleza… he aquí un poeta pagano que ama la vida y la canta porque la siente bella en la delicia de su amor… tanto la goza, con tanta sinceridad se entrega a su emoción que canta en noble verso al propio cuerpo viviente”. Arlt, por su parte, focaliza que “Leyendo a Franco he recordado la talla de los superhombres que hombrean el renacimiento y almacenan en sus cuerpos una fuerza cómica, lo suficientemente vasta para transformar un bosque de piedra en multitud de dioses gigantes… así de pronto he sentido que era necesario que le comunicara no sé a quién la altísima hermosura de este libro, sus silencios cargados de perfumes rojos…”

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