Crítica de Matías Lértora
C
Cuando en 2013 se estrenó Magic Mike en mi crítica señalaba dos cosas, una a través de un eufemismo diciendo que se trataba de “porno para mujeres” y otra que el director Steven Soderbergh había hecho un gran laburo para no caer en lugares erróneos y recursos repetitivos para darle lugar a una comedia simple pero inteligente.
¿Qué sucede en esta secuela? Pues todo lo contrario. La ausencia del director de Traffic (2001) y La gran estafa (2002) se nota demasiado.
Lo poco que era piola en la entrega original aquí se banalizó por completo para dar paso a dos largas horas de un show de streptease masculino.
Ahora bien, el film tiene muy claro su prerrogativa y al público al cual está dirigido: grupos de amigas que quieran acalorarse en el cine.
Se quintuplicaron los números coreográficos en comparación a la primera parte y estos, que eran secundarios, aquí tienen un rol fundamental dado a que son el motor de la historia.
Otra ausencia que se nota es la de Mattehew McConaughey, no porque el elenco esté mal sino porque su carisma era muy importante.
Adam Rodriguez, Matt Bomer y Joe Manganiello escoltan bien a Channing Tatum pero ninguno de estos cuatro puede lograr que su personaje sea algo más que músculos aceitados
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