jueves, 28 de mayo de 2015

Racismo, xenofobia, etnocentrismo, mestizaje y multiculturalidad

Racismo, xenofobia, etnocentrismo, mestizaje y multiculturalidad

 
 
 
 
 
 
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Los niños no son racistas, lo aprenden de los mayores.
El racismo es una afrenta a la dignidad humana básica y una violación de los derechos humanos. Las personas con sentimientos humanos, los tratados internacionales, los humanistas y las ONGs  tratan  de terminar con el racismo, una desafortunada creencia cultural, que transciende en una actitud social, que propugna y afirma que la gente de diferentes grupos humanos se diferencian en  valor, y que existen estatus con diferencias sociales, intelectuales, de un grupo en relación a otros.
En ocasiones racismo, se refiere a creencias, prácticas e instituciones que discriminan contra la gente de acuerdo a su agrupación racial percibida, afirmada o presunta. También se llama racismo a la ideología política, que defiende la existencia de varias razas de seres humanos y la inferioridad de unas respecto a otras. Hay comportamientos que son discriminatorios y van en contra de la igualdad, como el etnocentrismo o creencia de la superioridad de una raza sobre otra, creencia de las personas que idealizan al grupo y admira las realizaciones de éste, y por otra, ofrece una referencia contrapuesta frente a los grupos exteriores. Ensalza la imagen de si mismo y la de su grupo y proyecta mediante las creencias compartidas de su grupo, sobre la culpabilidad de las gentes de afuera, que son interpretados a través del modelo de pensamiento del propio grupo: Lo nuestro es mejor que lo vuestro.
La xenofobia es prejuicio de: recelo, odio, fobia y rechazo contra los extranjeros, y en general, contra los grupos étnicos diferentes, y contra personas cuya fisonomía social y  cultural se desconoce. La xenofobia comportaría añadir al etnocentrismo un comportamiento excluyente en preservación de la propia identidad e intereses, en base a un espacio social sin la presencia de individuos provenientes de otros pueblos o culturas. Todo individuo «foráneo» es rechazado de la estructura social por el hecho de serlo, independientemente de su condición personal.
El etnocentrismo y la xenofobia son matrices culturales que favorecen la aparición del racismo en una sociedad concreta, pero si bien son condiciones necesarias, no son suficientes. Para que el racismo tome su verdadera dimensión, se precisa la aparición del componente ideológico de legitimación de la dominación en base a los caracteres propios y permanentes del otro.
El racismo, según Albert Memmi, es la valoración generalizada y definitiva, de diferencias biológicas, reales o imaginadas, en beneficio del acusador y en detrimento de la víctima, a fin de justificar sus privilegios y su agresión.
Lévi Strauss describe el racismo como ideología precisa en la que se cree que hay una correlación entre el patrimonio genético y las capacidades intelectuales o disposiciones morales; que todos los miembros de una raza poseen esas cualidades; que hay razas superiores e inferiores, y que aquéllas más privilegiadas están «autorizadas» a dominar, explotar o destruir a las «inferiores» si es necesario.
El concepto raza también plantea problemas. Los científicos aseguran que el componente genético es el mismo y que las diferencias sólo existen en el fenotipo, los caracteres externos. Desde esta visión científica no existen las razas y no hay estudios serios que indiquen que biológicamente las denominadas razas tengan mayores o menores aptitudes psíquicas, de inteligencia, morales o de cualquier tipo.
Es evidente que a nivel sociocultural existen las razas, con las diferencias entre los humanos porque son evidentes en el color de la piel, en el cabello, en la constitución física, en los gestos y en las formas. Pero el racismo, tal como lo percibimos en las sociedades occidentales, es la más acabada y desarrollada ideología de la dominación.
Juan Aranzadi hace una diferenciación entre el racismo popular y el científico.
A)     El racismo popular basado en la sensibilidad y percepción empírica coge las características físicas palpables y las eleva a su definición de raza. Este racismo conserva su sensibilidad y no está lejos de la piedad que nos define como humanos.
B)      El racismo científico se basa en el patrimonio genético que está oculto y es imperceptible a los sentidos. Los judíos alemanes no se distinguían de sus compatriotas alemanes, pero el nazismo provocó un genocidio al elegir el patrimonio genético como determinante racial. Los judíos fueron descubiertos no por su idioma, vestimenta o aspecto físico.

Aquí es donde radica el racismo, hacer ver a los semejantes como otros diferentes para romper el sentimiento de empatía, hospitalidad, piedad, curiosidad o amor que sentimos por los otros. Y es aquí donde hay que insistir y recordar, el racismo, el nazismo y el totalitarismo en general no constituyen milagrosas caídas de la humanidad en la irracionalidad sino que son fenómenos genuinamente modernos, enfermedades de nuestra civilización, posibilidades abiertas por la racionalidad científica, burocrática y técnica de nuestras sociedades. Hay miedos en algunas sociedades, cuando las estadísticas plantean alarmadas que el índice de natalidad es bajo y que se va a envejecer la población, aparece el temor de que la población estancada se vaya substituyendo por población inmigrada. Miedo a que cambien las formas sociales, el mapa tradicional de relaciones e intercambios. Ante esto, las sociedades se vuelven impermeables.
A pesar de la descalificación científica del racismo de base biológica, encontramos un racismo popular que se basa en las características físicas y palpables de los que son considerados diferentes. Este racismo, fruto de nuestra civilización moderna y de nuestra racionalidad científica, con mentalidad racista que se ha ido gestando a través del concepto del infiel, el salvaje o el extranjero.
Fue el componente colonial quien realmente avivó la llama del racismo como ideología de dominación, y ahora cuando el mundo occidental está en crisis y después de colonizar todo el mundo y expropiar las tierras de los nativos, ahora no aceptamos personas inmigradas en nuestra ciudad.
Vano empeño, el mestizaje es un proceso natural imparable, al igual que la presión que ejercerá el Tercer Mundo sobre el reducto de los países desarrollados. Nos encontramos con un Occidente en crisis y conservador, en decadencia. Es probable que en pocos años ya no existan estos polos de desarrollo y bienestar, que el eje de dinamismo y progreso nuevo se desplace a otros países orientales o americanos. No obstante, seria de desear que el mundo fuera un espacio multicultural y multirracial, donde cada pueblo tenga su espacio de crecimiento y entre todos un espacio de encuentro. Rechazamos que el racismo no tenga ninguna posibilidad ni ahora ni nunca, pues es la negación de toda humanidad.

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