HUGO ROIGE
MAR DEL PLATA
03.05.2015
Cuando abrió el paquete no podía creer lo que veían sus ojos. Había oído ruidos en el garaje, a eso de las tres de la mañana, y se había levantado para ver si rondaba algún amigo de lo ajeno. Pero dentro de la cochera todo estaba en orden. Tentado por la curiosidad, abrió la puerta y miró hacia fuera, y cuando bajó la vista vio ese paquete atado con hilo choricero. No lo pensó dos veces y lo entró. Ya no estaba tentado por la curiosidad, sino que esta le carcomía las entrañas.
Se fue a la cocina con él y, sin pensarlo, lo abrió... y claro que no podía creer lo que sus ojos veían. ¡Eran fajos y más fajos de dólares! Nerviosamente, los fue separando y luego contando. Cien fajos de billetes de cien…¡ UN MILLON DE DOLARES! Ja,ja,ja . Y ahora ¿qué hacer?
Devolverlos. Se los llevaría a la policia y… ¡No! Al poco tiempo el comisario andaría en un auto importado y él quedaría como un soberbio idiota.
Al juez… ¡no! Podría ocurrir algo parecido.
No podría ir comprar auto, o casa, o TV nuevo, sin tener que desembolsar muchos dólares y ahí despertaría sospechas y no podría justificar tanto gasto para un jubilado como él, que si bien cobraba $ 1200 por mes no era para tanto.
Se los guardaría y los iría gastando de a poquito. A ver, cambiaría u$s 100 por mes…¡tendría para unos ochenta y tres años!¡NOOO!
Envolvió nuevamente los billetes y se fue a dormir. ¿Dormir? No pudo hacerlo. Pensó en una y mil maneras de aprovechar semejante ocasión, única en su tranquila vida. Sin privaciones pero sin lujos.
No la encontró.
A las siete de la mañana se sentía mal. La presión le indicaba 17/10.
El mate lo sintió más amargo que nunca. El desayuno estaba repugnante. Y sintió mucho frío. Es hora de encender la estufa a leña, pensó.
Trajo unos leños del patio mientras oía el ulular de sirenas, muchos patrulleros rondaban por el barrio.
Puso los leños sobre el paquete y le prendió fuego… y ¡qué agradable calorcito sintió!
Se fue a la cocina con él y, sin pensarlo, lo abrió... y claro que no podía creer lo que sus ojos veían. ¡Eran fajos y más fajos de dólares! Nerviosamente, los fue separando y luego contando. Cien fajos de billetes de cien…¡ UN MILLON DE DOLARES! Ja,ja,ja . Y ahora ¿qué hacer?
Devolverlos. Se los llevaría a la policia y… ¡No! Al poco tiempo el comisario andaría en un auto importado y él quedaría como un soberbio idiota.
Al juez… ¡no! Podría ocurrir algo parecido.
No podría ir comprar auto, o casa, o TV nuevo, sin tener que desembolsar muchos dólares y ahí despertaría sospechas y no podría justificar tanto gasto para un jubilado como él, que si bien cobraba $ 1200 por mes no era para tanto.
Se los guardaría y los iría gastando de a poquito. A ver, cambiaría u$s 100 por mes…¡tendría para unos ochenta y tres años!¡NOOO!
Envolvió nuevamente los billetes y se fue a dormir. ¿Dormir? No pudo hacerlo. Pensó en una y mil maneras de aprovechar semejante ocasión, única en su tranquila vida. Sin privaciones pero sin lujos.
No la encontró.
A las siete de la mañana se sentía mal. La presión le indicaba 17/10.
El mate lo sintió más amargo que nunca. El desayuno estaba repugnante. Y sintió mucho frío. Es hora de encender la estufa a leña, pensó.
Trajo unos leños del patio mientras oía el ulular de sirenas, muchos patrulleros rondaban por el barrio.
Puso los leños sobre el paquete y le prendió fuego… y ¡qué agradable calorcito sintió!
fuente: http://www.rumbosdigital.com/rumbos-literatura/cuentos-poemas/ruidos-en-la-noche
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