Inteligencia Emocional
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Inteligencia Emocional. Un deafío cotidiano.
Sin duda muchos de nosotros no podemos dejar de sorprendernos de qué manera en la vida social, ya sea laboral, de esparcimiento o de estudio y en los ámbitos que hacen al hogar, la relación con familiares, pareja e hijos, la violencia y la intolerancia se manifiestan con total crudeza. Hasta hace pocos años atrás se consideraba a una persona inteligente cuando su CI (Coeficiente Intelectual), de acuerdo a los resultados de una batería de test psicológicos, alcanzaba valores cercanos o más elevados al número 100. Actualmente, no sólo por el nivel de popularidad que ha alcanzado esta temática gracias a Daniel Goleman con su excelente texto: La inteligencia emocional (1), la toma de conciencia de nuestras propias emociones y el qué hacer con ellas y descubrir qué puede estar sintiendo la persona que se encuentra frente nuestro y maniobrar ante ello asertivamente, se ha convertido en un factor mucho más relevante que el valor del CI. Ha contribuido también a ello la valiosa y amplia información que se ha obtenido a través de diversas investigaciones científicas, acerca del funcionamiento de nuestro cerebro en relación a nuestras emociones y su interrelación con los demás sistemas del cuerpo. Ya en 1990, por primera vez, dos psicólogos norteamericanos, Peter Salovey y John Mayer, definen a la Inteligencia Emocional (IE) como la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios como los de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones. Y diferencian diversas habilidades que la componen, que son las siguientes: -Conocer las propias emociones: la autoconciencia, reconocer nuestros pensamientos y emociones mientras están ocurriendo. -Manejar las emociones: adecuadas a la situación y al momento, siendo conscientes de ellas. -Automotivarnos: guiar las emociones hacia el logro de un objetivo; es la conducta dirigida hacia un fin. -Reconocer emociones en los demás: es la capacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro descubriéndonos en nuestras propias emociones. -Habilidades sociales: la capacidad de maniobrar con las emociones de los demás, p/e: el liderazgo, la persuasión, la cooperación, la capacidad de servicio, etc. Es importante que tomemos conocimiento de que podemos desarrollar estas habilidades emocionales. Sin duda en cada uno de nosotros se encuentran en diferentes estadios de crecimiento. Hoy sabemos que nuestro cerebro es plástico, es decir, puede modificar sus conexiones neuronales en base a los pensamientos, emociones y sentimientos que alimentamos. Las emociones no son algo abstracto e intangible, actualmente se pueden estudiar en un laboratorio y cuantificar. Son sustancias bioquímicas específicas producidas por el cerebro y ante las cuales éste reacciona. Con cada respuesta emocional el cerebro envía estos químicos hacia un sistema complejo de receptores que se encuentran distribuidos por todo el cuerpo. Estos neuropéptidos desempeñan un papel significativo en la protección de nuestro organismo contra virus y un sinnúmero de enfermedades. Hoy la ciencia ha podido comprobar que las emociones, comúnmente llamadas positivas como la confianza, amor, gratitud, esperanza, resultan ser sumamente beneficiosas para que el funcionamiento del cuerpo sea equilibrado, contribuyendo a la recuperación de la salud o a su mantenimiento. Las emociones cercanas al odio, rencor, ira y miedo generan las condiciones propicias para que la enfermedad, psíquica o física, comience a aflorar. ¿En qué ámbitos de nuestra vida el desarrollo de la IE puede resultarnos más conveniente? La adquisición y continuo crecimiento de estas habilidades lo podemos asemejar a un sentido más, como nuestra capacidad de ver, oír, oler, etc. El tomar conciencia de nuestras propias emociones y sentimientos en el momento en que les estamos dando vida, considerando la información que nos ofrece el entorno y poder tomar las decisiones más convenientes para nosotros y para los demás, obrando en consecuencia, es la esencia de la IE. Por tanto, en todos los ámbitos en donde interactúe un ser humano con otro, el familiar, laboral, educativo, socio-comunitario, las habilidades que conforman a la IE son prioritarias, no sólo para el logro de determinados proyectos y objetivos, sino también para la preservación y recuperación de una salud integral del ser humano, física, psíquica y espiritual. Claudia Sirito (1)Goleman, Daniel: La inteligencia emocional, Javier Vergara Editor; Argentina; 1996. Otra fuente consultada: Goleman, Daniel: Emociones destructivas, Javier Vergara Editor; Argentina; 2003. |
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