Historia de Córcega
La historia de Córcega es rica y muy antigua. Córcega ha sido ocupada prácticamente de forma continua desde el Mesolítico. Los primeros habitantes llegaron de la península italiana y en particular la Toscana. La historia de la Córcega es atada a Italia hasta 1768, fecha en que Francia invade y anexiona la isla. Después la fundación de la ciudad de Aleria con los antiguos griegos, la Córcega fue integrada en los reinos etruscos en el siglo VI a. C. y fue unido al resto de Italia por el Imperio romano en la época de la República. Luego convirtiéndose junto a Cerdeña en una provincia más del imperio. La Córcega sufre las invasiones Vándalas como Cerdeña y Sicilia, y formó parte como el resto de Italia del Imperio Romano de Oriente en 550 y del reino lombardo en el siglo VIII. En época medieval la isla formó parte de la Corona de Aragón, desde 1325 hasta que fue recuperada por la República de Génova en 1447 que, desde hacía años mantenía un contencioso con Pisa para hacerse con la isla. Fue independiente entre 1755 y 1769, siendo finalmente comprada a laRepública de Génova por parte de Francia, país del que actualmente forma parte. Sin embargo, existe una corriente nacionalista que reclama la identidad de la isla y una total independencia, oponiéndose a la cultura francesa. También desde 1976 el Frente de Liberación Nacional de Córcega, organización guerrillera muy importante que ha realizado diversas acciones reivindicando la independencia de la isla
Condicionamiento físico de la Historia de Córcega[editar]
En la historia de Córcega geografía y orografía han ejercido mayor influencia que cualquier otro factor. La gran isla mediterránea es una auténtica "montaña en medio del mar", dado que está atravesada, desde el noroeste hasta el sudeste, por un imponente sistema de cadenas montañosas cuyas cimas superan a menudo los 2.500 metros. La cúspide de esas montañas son los 2.706 metros del Monte Cinto, cuya cumbre, a menudo nevada incluso en verano, se encuentra sólo a 28 km del mar a poniente, ilustrando así de modo bastante claro el desarrollo vertical más que horizontal de este territorio.
Este sistema montañoso siempre ha dividido Córcega en dos partes: la del Nordeste (hoy Haute-Corse), llamada históricamente Parte de dentro, De las montañas acá oCismonte (con referencia a Italia), y la del Sudoeste (hoy Corse-du-Sud), llamada Parte de fuera, De las montañas allá o Pumonte.
Los pasos que cruzan las montañas (muchos de los cuales se encuentran a más de 1.000 metros de altura) quedaban bloqueados durante semanas enteras por las nevadas, por lo que constituían junto a las montañas más una barrera que un verdadero vínculo entre las dos subregiones. Los valles escarpados, a menudo sin comunicación entre sí incluso en el ámbito de la misma Parte, trazan una especie de tela de araña con compartimentos estancos en el interior de Córcega.
Si por una parte estas características del terreno han hecho que el trabajo de los invasores fuera largo y difícil, haciendo que su penetración se hiciera lenta y habituando a los corsos a practicar la guerra de guerrillas de modo habitual durante siglos, por otra parte han contribuido de modo decisivo a mantener siempre relativamente baja la densidad de población y a separar a los corsos entre sí.
La vertiente que mira hacia Italia ha tenido siempre una mayor influencia de los habitantes de la Península, tanto en el terreno político-social como en el lingüístico, mientras la parte suroccidental ha mantenido una mayor originalidad (aunque también ha gozado de un menor progreso político, por lo menos hasta la invasión francesa). El hecho de que la población se estableciera en los valles montañosos (todas las grandes ciudades al borde del mar fueron fundadas o desarrolladas por los invasores) generó y difundió por todas partes una tendencia al particularismo, que se empujaba a veces hasta que desembocaba en una especie de anarquismo que tuvo consecuencias dramáticas, la más dramática de todas la difusión y consolidación, durante siglos, de la plaga de la venganza (vendetta) como sistema sumarísimo de justicia, y del fenómeno muy difundido delbandolerismo.
La gran división orográfica longitudinal y las transversales (menores, pero a veces no menos importantes), más marcadas en la zona suroccidental, han acabado por crear en la isla fronteras ideológicas, sociales, lingüísticas y políticas. Estas fronteras, filtradas por la historia, se han traducido en las subdivisiones administrativas, que, con muy pocas variaciones, han permanecido inamovibles hasta nuestros días.
La insularidad de Córcega y sus notables dimensiones (casi 8.800 km²), a pesar de que no le sirven para poder asegurar un desarrollo realmente autónomo, han constituido sin embargo la premisa necesaria para conferir a su turbulenta historia una originalidad notable (y a hacer de los corsos más fieros montañeses que marineros) a la vez que han garantizado el nacimiento y crecimiento, hasta nuestros días, de un fuerte sentimiento nacional y de un tenaz deseo de independencia.
Situada en una posición estratégica en el Mediterráneo occidental, Córcega, por otra parte, suscitó el interés de diversos pueblos que, uno tras otro, se encontraban frente a ella en ese mar ya sea como comerciantes o como conquistadores.
Fenicios, griegos, romanos, vándalos, bizantinos, pisanos, aragoneses, genoveses y, por último, Franceses (que con el Tratado de Versalles de 1768 de hecho obligaron a la República de Génova a ceder la isla, e inmediatamente después la invadieron), se adueñaron de Córcega en el transcurso de más de dos milenios, dejando a su población muy breves periodos de autonomía e independencia.
Los primeros habitantes[editar]
Como consecuencia de las glaciaciones el nivel medio del Mediterráneo descendió y de ese modo se crearon diversos puentes naturales que permitieron el paso de la fauna (y quizás del hombre) desde la parte continental italiana al archipiélago sardo-corso, pasando por las islas del Archipiélago Toscano y atravesando como mucho una estrecha franja marítima. Hace unos 12 o 14.000 años, el clima empezó la evolución que lo llevó hacia su forma actual, y Córcega tomó su actual aspecto insular. Destacan alrededor del 9000 a. C. (Romanelliano) los primeros yacimientos paleolíticos de piedra tallada y los esbozos escultóricos que se han hallado hasta hoy en Córcega, en la región dePorto-Vecchio. Un esqueleto femenino (la dama de Bonifacio) datado del VII milenio a. C. se encontró cerca de la ciudad del mismo nombre. El Neolítico, representado en Córcega también con restos de obsidiana importados, termina alrededor del 1800 a. C.
En este periodo se desarrolla una civilización megalítica de relieve que deja en la isla dólmenes (cerca de Cauria y Pagliagio),menhires y la mayor concentración de las características estatuas-menhir del Mediterráneo, concentradas sobre todo en el Sur, en el yacimiento arqueológico de Filitosa, pero que también se pueden hallar en el Norte, cerca de San Fiorenzo. El yacimiento de Filitosa se halla en las cercanías de Sollacaro, en el lugar en el que desemboca al mar el valle del Taravo).
También en el sur se desarrolla, con el advenimiento de la Edad del Bronce, la civilización Torreana, relacionada con la nurágica de la vecina Cerdeña. De esta cultura quedan hoy numerosas torres con estructura similar a la de los nuragas sardos, aunque menos imponentes. Por la naturaleza de los hallazgos, su época y su localización, se tiende a suponer que dicha civilización podría ser una extensión de la que se estaba desarrollando en Cerdeña. Mejor organizados y armados, los Torreanos (que algunos identifican con el antiguo pueblo del mar de los Shardana) colocaron mejor sus megalitos y los distribuyeron hacia el centro y el norte de la isla. El mismo recinto de Filitosa presenta las trazas de la destrucción violenta al anterior asentamiento y la superposición del torreano.
Hacia la Edad del Hierro parece producirse una progresiva fusión entre los herederos de ambas civilizaciones: toma así forma el pueblo que los Griegos llamarán Κὁρυιοι, corsos. Es significativo el hallazgo de algunas inscripciones Fenicias que datan del Siglo IX a. C. y que citan al pueblo del mardenominado KRSYM, establecido en Kition (Chipre). En la grafía sin vocales que usaban los fenicios y otros pueblos semitas, KRSYM podría representar KoRSos (ya que -imes el fonema marcador de las formas plurales). Los KRSYM fueron bastante importantes, hasta el punto de que los Fenicios necesitaron instituir una figura llamada MLS HKRSYM, es decir, el intérprete de los Korsos.
Siete siglos de Córcega romana[editar]
Lucio Cornelio Escipión ocupa Córcega en 259 a. C., durante la Primera Guerra Púnica, empezando de ese modo una dominación ininterrumpida que durará unos siete siglos. Después de una serie de diversos acontecimientos, los Romanos tratan de ocupar Cerdeña partiendo de Córcega y luego se vuelven a enfrentar con los corsos. La expulsión definitiva de las últimas fuerzas púnicas termina en227 a. C. En un principio los romanos se limitan a controlar la isla sin iniciar propiamente una verdadera colonización.
Mario funda la ciudad de Mariana (Colonia Mariana a Caio Mario deducta, situada cerca de la actual comuna de Lucciana) hacia la desembocadura del Golo en el 105 a. C. A partir de ese momento empieza propiamente la auténtica colonización y en la isla florecen las villas rústicas y suburbanas, pueblos y asentamientos de todo tipo, incluyendo las termas de Orezza y Guagno.
En 81 a. C. los legionarios de Sila encuentran en Córcega un lugar para obtener las asignaciones de tierras, ahora cerca de Aleria, seguidos por los veteranos de Julio César. La dominación romana se desarrolla sin incidentes de relieve y, de modo análogo a los que sucede en otrasprovincias (Córcega está asociada administrativamente a Cerdeña con la reforma de Octavio Augusto de 4 a. C.), losRomanos se ganan el respeto y la colaboración de los dirigentes indígenas (empezando por los Venacinos, tribu local del Capo corso), reconociéndoles funciones de gobierno local y aportando riqueza con el aprovechamiento de las tierras en las colinas y a lo largo de las costas.
Cerca de Aleria y Mariana se instalan bases secundarias de la flota imperial de Miseno. Los marineros corsos enrolados cerca de los puertos de la isla formarán parte de los primeros que obtengan la ciudadanía romana (en tiempos de Vespasiano en 75).
En 44 a. C. Diodoro Sículo visita Córcega y se da cuenta de que los corsos observan entre sí reglas de justicia y de humanidad más evolucionadas que las de otros pueblos bárbaros, evalúa su número en unos 30.000 y explica que se dedican al pastoreo y que marcan los rebaños dejados sueltos en los pastos. La tradición de la propiedad común de las tierras comunales no se erradicará totalmente hasta la segunda mitad del Siglo XIX.
Séneca pasa diez años exiliado en Córcega a partir del 41. A pesar de las continuas relaciones con Italia y quizás por su naturaleza agreste, la isla se convierte en lugar habitual de exilio y refugio de cristianos, que probablemente difunden la nueva fe.
En época Antonina se perfeccionan las vías de comunicación interna (via Aleria-Aiacium y, en la costa Este, Aleria-Mantinum —luego Bastia— en el Norte y Aleria-Marianum —luego Bonifacio— en el Sur): la isla está casi totalmente latinizada, salvo algunos enclaves en la montaña.
Parece aceptado que la isla fue colonizada por los romanos sobre todo mediante la distribución de tierras a veteranos originarios del sur de Italia (o a soldados originarios de los mismos estratos sociales y étnicos a los que se les asignaron tierras sobre todo en Sicilia), lo que podría explicar algunas afinidades lingüísticas que todavía hoy se pueden encontrar entre el corso meridional y los dialectos siculo-calabreses. Según otras hipótesis, más recientes, las influencias lingüísticas podrían deberse a las posteriores migraciones, consecuencia de la llegada de prófugos de África entre los siglos VII y VIII. La misma oleada migratoria afectó también a Sicilia y a Calabria.
En 150 el geógrafo Claudio Ptolomeo en su obra cartográfica presenta una descripción más bien detallada de la Córcega prerromana, hablando de los 8 principales ríos, entre los que estaban el Govola-Golo y el Rhotamus-Tavignano, 32 centros habitados y puertos, entre ellos Centurinon (Centuri), Canelate (Punta de Canela), Clunion (Meria), Marianon (Estrecho de Bonifacio), Portus Syracusanus (Porto-Vecchio), Alista (Santa Lucia di Porto Vecchio), Philonios (Favone), Mariana, Aleria, y 12 tribus autóctonas (en griego, latín y su localización):
- Kerouinoi (Cervinos, Balaña);
- Tarabenoi (Tarabenos, Cinarca);
- Titianoi (Titianos, Valinco);
- Belatonoi (Belatones, Sartinese);
- Ouanakinoi (Venacinos, Capo Corso);
- Kilebensioi (Cilebenses, Nebbio);
- Likninoi (Licininos, Niolo);
- Opinoi (Opinos, Castagniccia, Bozio);
- Simbroi (Sumbros, Venaco);
- Koumanesoi (Cumaneses, Fiumorbo);
- Soubasanoi (Subasanes, Carbini y Livia);
- Makrinoi (Macrinos, Casinca).
Santa Devota (mártir, alrededor de 202 en las persecuciones de Septimio Severo, o de 304, persecución de Diocleciano) es, junto a Santa Julia, una de las primeras santas corsas de las que se tiene noticia. Según reza la leyenda, el barco que transportaba el féretro hacia África fue lanzado por una tempestad sobre el litoral monegasco. Por eso pasó a ser la patrona del Principado de Mónaco y de la familia Grimaldi.
Santa Julia (mártir durante las persecuciones de Decio de 250, o las de Diocleciano), es patrona de Córcega y de Brescia, ciudad en la que reposan sus reliquias tras haber sido llevada allí por Ansa, esposa del rey longobardo Desiderio en 762. Santa Julia también es patrona de Livorno, lugar en el que los restos de la santa se habrían detenido en su viaje desde Córcega.
A estas mártires hay que unir muchos más, entre los que quizás se encuentre el primer obispo de Córcega, San Parteo. Tras el Edicto de Milán de Constantino I el Grande y la instauración de la libertad religiosa, Córcega, ya muy romanizada y cristianizada, se ve asociada a la diócesis de Roma. El primer obispo corso del que se tiene información segura fue Catonus Corsicanus, que participó en elConcilio de Arles convocado por Constantino I.
Como en otros lugares de occidente la organización romana en Córcega cae con la invasión de los vándalos que en el Siglo V, procedentes de África, invaden incluso la propia ciudad de Roma. Aleria es saqueada y, abandonada, acaba en ruinas. Mariana será en cambio durante mucho tiempo sede episcopal también en la Edad Media.
La Alta Edad Media[editar]
Durante las convulsiones que acompañaron el final del Imperio romano de Occidente, Córcega fue terreno de disputa entre las tribus de vándalos y godos aliados a los últimos emperadores, hasta que Gensericoasumió el control total en 469. Durante los 65 años de su dominación los Vándalos aprovechan el patrimonio forestal de la isla como astillero, gracias a la cual consiguen una flota que aterroriza todo el Mediterráneo occidental.
El poder Vándalo en África acaba con Belisario, a la vez que su general Cirilo conquista Córcega en 534, que de ese modo acaba unida al Exarcado de África y, como tal, unida al Imperio romano de Oriente. Según Procopio, historiador del emperador de orienteJustiniano I, en Córcega quedan menos de 30.000 habitantes.
En los periodos siguientes, godos y longobardos unos tras otros toman al asalto y saquean la isla, dejada indefensa por los Bizantinos, que (a despecho de las oraciones del Papa SanGregorio Magno y después de haberla empobrecido a su vez por una excesiva carga fiscal) no la protegen adecuadamente. Por otra parte, los propios Bizantinos se encuentran implicados en África por la invasión árabe, en 713, éstos llevan a cabo sus primeras incursiones contra Córcega, desde sus nuevas bases norteafricanas.
En esta época hay que destacar el inicio de un notable proceso de despoblamiento de la isla y la formación, cerca de Roma, de una colonia corsa en Porto (Ostia), en la que al parecer más adelante nació el Papa Formoso (891-896).
Córcega permanece nominalmente unida al Imperio Romano de Oriente hasta que en 774, Carlomagno derrota a los Longobardos en Italia y conquista la isla, que de ese modo pasa a pertenecer a la jurisdicción de los francos. Pero ya en 806 las incursiones de losmoros, esta vez viniendo de la Península Ibérica se recrudecen; a pesar de haber sido derrotados varias veces por los lugartenientes del emperador Carlomagno, los moros consiguen retomar brevemente el control de la isla en 810. Por último, expulsados de la isla por una expedición liderada por el hijo del emperador, los moros siguen sin darse por vencidos y seguirán hostigando Córcega con sus incursiones.
Tratando de acabar con ese estado de cosas, en 828 se encomienda la defensa de la isla a Bonifacio II, conde de la Marca de Toscana, que dirigirá una expedición punitiva victoriosa directamente contra los puertos norteafricanos desde los que parten las incursiones árabes contra las costas del Tirreno. A su regreso Bonifacio construye una fortaleza cerca de la punta Sur de Córcega, fundando de ese modo el núcleo fortificado de la ciudad de (Bonifacio), frente al Estrecho de Bonifacio que separa Córcega de Cerdeña, y dejando así su nombre en los topónimos correspondientes.
La guerra contra los sarracenos, que desde hace algún tiempo habían reanudado sus ataques, continuó con el hijo de Bonifacio, Adalberto, que heredó el cargo en 846. Sin embargo, los sarracenos siguieron dominando algunas bases en la isla hasta 930.
Córcega, que durante ese tiempo se encontraba unida al reino de Berengario II, rey de Italia, pasa a ser refugio de su hijo Adalberto en962, después de que Berengario fuera destronado por Otón I el Grande. Adalberto consiguió mantener el control de Córcega y pasó el control a su hijo del mismo nombre Adalberto, que fue después derrotado por las fuerzas de Otón II. Esto determinó, pues, el paso de la isla a la Marca de Toscana, y el último Adalberto sólo fue responsable de la isla de Córcega.
Tierra de Comunas y Tierra de los Señores[editar]
En esta época es necesario destacar la implantación de la anarquía feudal que vio como estallaban luchas entre pequeños señores locales ansiosos por extender sus pequeños dominios. Entre estos destacan los condes de Cinarca, que se consideran descendientes directos de Adalberto y tratan de extender su dominio a toda la isla. Esa pretensión se encuentra con notables obstáculos y origina desencuentros que se prolongarán a lo largo de siglos: par contrarrestar las tenaces ambiciones de los feudatarios, aún en el Siglo XIV Sambucuccio de Alando se sitúa a la cabeza de una especie de Dieta que se opone a sus pretensiones, relegando a los señores a la parte suroeste de la isla. Esta parte de la isla adoptará el nombre de "Tierra de los Señores" (Pomonte), mientras en la parte restante de la isla se afianza definitivamente un régimen que une entre sí a comunas autónomas (siguiendo el modelo análogo desarrollado en Italia desde el Siglo XI). Ese territorio adoptará el nombre de "Tierra de Comunas" (Cismonte).
La división acabará durando mucho tiempo (hasta el Siglo XVIII) y es la razón principal de las diferencias en el desarrollo social, económico y hasta lingüístico entre las dos partes de la isla, con el norte más unido a Italia y con un idioma cada vez más influido por el toscano.
Desde el punto de vista organizativo, en la Tierra de Comunas, cada uno de los principales municipios o comunas estaba a la cabeza de una Pieve (parroquia principal de la zona) y nombraba (mediante sufragio universal que incluía a las mujeres) un número variable de representantes llamados "Padres de la Comuna", responsables de la administración de justicia y de la elección de su presidente, llamado podestá, que coordinaba la operación. Los podestás de varias Pieves, a su vez, elegían a los miembros de un Consejo Superior, llamado "Consejo de los Doce", responsable de las leyes y reglamentos que regulaban la Tierra de Comunas. Los "Padres de la Comuna", además, elegían por cada Pieve un "Caporal", un magistrado responsable de la protección y de la salvaguardia de las capas más pobres de la población. Este Caporal se encargaba de garantizar que los más desfavorecidos no sufrieran abusos y que tuvieran asegurada la justicia.
Muchas de las tierras de esta región se consideraban propiedad común de los colectivos comunales. La abolición total de las propiedades comunes, que se inició en la segunda mitad del Siglo XIX por parte de los franceses, tuvo consecuencias muy graves para la economía corsa.
En Cinarca (Tierra de los Señores) los barones feudales mantenían sus prerrogativas, al igual que los que controlaban Capo Corso, y juntos constituían una amenaza al sistema en vigor en la "Tierra de Comunas".
Para poder hacer frente a esa amenaza, en 1020 los magistrados de esta última solicitaron la intervención de Guglielmo Marchese di Massa (de la familia más tarde conocida como Malaspina), quién al llegar a la isla, consiguió someter a los barones del Conde de Cinarca y estableció un protectorado en Córcega del que se ocupó él mismo, y que transmitió después a su hijo.
Hacia finales del Siglo XI, sin embargo, el Papado cuestionó, basándose en documentos falsificados (una presunta donación de Carlomagno, que como mucho había establecido una reversión de su dominio en favor de la Santa Sede), la soberanía sobre Córcega. Esta reivindicación tuvo un amplio respaldo en el interior de la propia isla, empezando por sus clérigos, y en 1077 los corsos se declararon súbditos de Roma.
El dominio pisano[editar]
El gran Papa Gregorio VII (1073-1085), en plena querella de las Investiduras con el emperador Enrique IV, no asumió directamente el control de la isla, pero se lo confió al obispo de Pisa, Landolfo, al que invistió con el cargo de legado pontificio para Córcega. Después de ese acontecimiento, el titular de la cátedra arzobispal pisana pasó a ser también Primado de Córcega (y de Cerdeña), cargo que siguen ostentando a nivel honorífico hasta nuestros días. Catorce años después, el Papa Urbano II (1088-1099), a instancias de la condesa Matilde de Canossa, confirmó las concesiones de su predecesor mediante la bula Nos igitur. El título de legado pontificio pasó entonces a Daiberto, establecido en la cátedra de Landolfo.
La asignación como sufragáneos del obispado corso hizo que el obispo de Pisa asumiese el título de arzobispo.
Pisa, con su puerto, mantenía desde la época romana estrechos vínculos con la isla, extendiendo a la vez que su propia potencia como República marítima crecía su influencia política, cultural y económica.
A la administración episcopal siguió inevitablemente la presencia de la autoridad política de los Jueces (magistrados administrativos) de la República toscana, que pretendía en breve espacio de tiempo hacer resurgir Córcega y marcarla profundamente, incluso después de la sensible pérdida de control de la isla que siguió a la desastrosa derrota sufrida por los pisanos a manos de los genoveses, en la batalla de Meloria (1284).
A pesar de lo que aún hoy en día se juzga generalmente como buen gobierno de la República de Pisa, no faltaron en Córcega motivos de descontento. Parte del clero y de los obispos de la isla veía con malos ojos la sumisión al arzobispo de Pisa, a la vez que la creciente potencia de la República de Génova, tradicional rival de la de Pisa y consciente del valor estratégico de Córcega, unía a las quejas de los corsos ante la corte papal de Roma sus propias intrigas para conseguir una modificación de la asignación de la isla en su propio provecho.
Así, tras un periodo durante el cual el papado no adoptó una posición clara y coherente, en 1138 el Papa Inocencio II (1130-1143) estableció una solución de compromiso, y dividió la jurisdicción eclesiástica de la isla entre los arzobispos de Pisa y de Génova, firmando así el inicio de la influencia ligur en Córcega, que se concretó más en 1195 con la ocupación genovesa del importante puerto y fortaleza de Bonifacio.
Los pisanos durante veinte años trataron de retomar la ciudad sin conseguirlo, hasta que en 1217 el Papa Honorio III (1216-1227), que intervino como mediador, tomó formalmente el control de la plaza. Sin embargo la mediación papal no sirvió para que la lucha entre Pisa y Génova cesara. Además su influencia hizo que repercutiera en la isla durante todo el Siglo XIII la lucha entre güelfos y gibelinos que se estaba desarrollando en toda Italia.
En el ámbito de esta lucha (y siguiendo un esquema que ya se había producido y que se repetiría más adelante muchas veces favoreciendo las dominaciones), los notables de la Tierra de Comunas invocaron la intervención del marqués Isnardo Malaspina. Los pisanos reaccionaron instaurando un nuevo conde de Cinarca, y la guerra invadió la isla sin que ni el partido genovés ni el pisano consiguieran imponerse de modo claro hasta que la batalla de Meloria 1284 inclinó definitivamente la balanza en favor de Génova que, a partir de ese momento, extendió de modo progresivo su influencia en Córcega.
La herencia de Pisa[editar]
El recuerdo de la influencia pisana ha permanecido en la toponimia, que se desarrolla a partir de este periodo, y en la onomástica (siguen estando en Córcega muy difundidos apellidos de origen toscano), en el idioma local (de tipo toscano fundamentalmente en la región de Bastia y de Capo Corso) y en algunos de los más notables ejemplos de arquitectura románica que han permanecido en la isla, testimonio también del deseo de edificar (iglesias y edificios públicos: en todas las catedrales de Nebbio, Mariana, San Michele deMurato, San Giovanni de Carbini, Santa María la Mayor de Bonifacio, San Nicolás de Pieve) y de construir infraestructuras (carreteras, puentes, fortalezas y torres).
Pero incluso después del comienzo del dominio genovés, Pisa mantuvo intensas relaciones con Córcega, como queda demostrado en el abundante corpus documental relativo a Córcega que se encuentra aún hoy en día en la Curia de Pisa, en la que durante mucho tiempo hubo anexo un colegio para seminaristas corsos.
Poco mencionado, aunque significativo, es el hecho de que el Nielluccio, uno de los viñedos más difundidos en la isla (similar al Sangiovese de Toscana) y base del vino corsoPatrimonio, fuera llevado a Córcega por los pisanos en el Siglo XII.
A partir del dominio pisano, y en los siglos siguientes, hasta el XX, nunca deja de haber relaciones culturales entre la isla y Pisa y la Toscana, como se puede ver también en la penetración de elementos claramente toscanos e incluso de fragmentos enteros de la Divina Comedia de Dante en el rico repertorio de proverbios y canciones polifónicas tradicionales (paghjelle) de la isla.
Durante esa época gana prestigio en Córcega también el toscano vulgar, que pasa a convertirse en la lengua oficial. Pisa será también la primera de las sedes universitarias (a la que seguirán Roma y Nápoles) a las que acudirán estudiantes corsos: por esa razón se convertirá en proverbio de la isla decir que habla en crusca a aquellos que utilizaban para hablar un perfecto italiano: esta costumbre seguirá hasta avanzado el Siglo XIX. Estudiaron en Pisa Carlos y José Bonaparte, Antonmarchi (médico de Napoleón en Santa Elena), el poeta Salvatore Viale, el higienista Pietrasanta, médico de Napoleón III y en algunos casos como el de Angeli, Farinola, Pozzo di Borgo y otros a formar parte del cuerpo docente y rector de la Universidad de Pisa.
El paréntesis Aragonés y la penetración genovesa[editar]
El 12 de junio de 1295, para complicar aún más la situación en Córcega, tras la derrota de los pisanos en la batalla de Meloria que hacía que éstos perdieran el control de la isla, intervino el Papa Bonifacio VIII (1294-1303), invistiendo al rey Jaime II de Aragón como soberano del nuevo reino de Cerdeña y Córcega (Tratado de Anagni).
Sin embargo los aragoneses no se decidieron a atacar Cerdeña hasta 1324, acabando así con cualquier deseo que pudieran albergar aún los pisanos en cuanto a controlar el norte de Cerdeña y Córcega.
Durante ese tiempo Córcega siguió viviendo en una situación de independencia hasta 1347, época en la que se convocó una gran asamblea de Caporales y Barones que, guiados por Sambucuccio de Alando, decidieron ponerse bajo la protección de Génova y ofrecer a la República Ligur la total soberanía sobre la isla, que se ejercería mediante un gobernador. Según constaba en dicha oferta, Córcega pagaría de modo regular tributo a Génova, que a su vez se encargaría de proteger la isla de los repetidos ataques de los piratas berberiscos (que proseguirán de modo discontinuo hasta el Siglo XVIII), y garantizaría el mantenimiento de las leyes corsas y de sus estructuras y costumbres de autogobierno local, que estaban reguladas por el Consejo de los Doce en el Cismonte, y por el Consejo de los Seis en el Pumonte. Los intereses isleños se representarían en Génova mediante un "Oratore".
En esa época toda Europa estaba viéndose afectada por el azote de la peste negra, que también llegó a Córcega y causó numerosas víctimas en el mismo momento en que se afirmaba la supremacía genovesa. El acuerdo entre Caporales y Barones pronto resultó violado y tanto unos como los otros mantuvieron pugnas que afectaban la instauración eficaz del dominio genovés en Córcega. En esta situación el rey Pedro IV de Aragón reclamó sus derechos de soberanía sobre la isla.
Con este estado de cosas aparece en escena el Barón Arrigo della Rocca, Conde de Cinarca, quien con el apoyo de las tropas aragonesas en 1372 asume el total control de la isla, dejando únicamente el extremo norte y unas pocas plazas marítimas fortificadas bajo control genovés. Su victoria empujó a los Barones de Capo Corso a pedir de nuevo auxilio a Génova, que pensó que el tema se solucionaría creando con el gobernador de la isla una especie de compañía comercial que se llamó "Maona", formada por cinco personas y que trató de sobornar a Arrigo para que se volviera contra los aragoneses, aunque sin resultados satisfactorios.
La Maona era un consorcio de comerciantes (a veces de carácter familiar) que utilizó a menudo Génova, especialmente entre los siglos XIII y XV, con funciones de gobierno también en las colonias orientales. Entre las primeras Maonas hay que mencionar la de la isla de Quíos, en el Egeo, instituida en 1347, entre cuyos miembros se originó la famosa familia noble genovesa de los Giustiniani.
Al proseguir las tensiones, en 1380, cuatro de los cinco miembros de la Maona dimitieron ante Génova de sus cargos, dejando únicamente a Leonello Lomellino para que ejerciera funciones de gobernador en solitario. En ese tiempo, Lomellino fundó, en 1383, la ciudad de Bastia, destinada a convertirse en el núcleo más importante de la dominación genovesa y capital de la isla (hasta que dichas funciones pasaron a Ajaccio, tras la invasión francesa del Siglo XVIII).
Pero no fue hasta 1401, tras la muerte de Arrigo, cuando la autoridad genovesa se restableció formalmente en toda la isla, a pesar de que la misma Génova en ese tiempo caía en manos de los franceses: entre 1396 y 1409, de hecho, Carlos VI de Francia fue señor de Génova, ciudad que gestionó mediante el gobernador Jean Le Meingre señor de Boucicault. Bajo su gobierno en 1407 se fundó el Banco de San Giorgio, un potente consorcio de prestamistas privados a los que se confiará pasado el tiempo la administración de los ingresos del Estado y el gobierno de numerosas tierras y colonias, entre ellas Córcega.
Así pues, Lomellino fue reenviado a Córcega en 1407 como gobernador a cuenta de Carlos VI de Francia y tuvo que enfrentarse a Vincentello d'Istria quien, tras obtener privilegios del Casal de Barcelona, se había declarado mientras tanto Señor de Cinarca y había agrupado en torno a sí toda la Tierra de Comunas -incluida Bastia-, y se había proclamado Conde de Córcega desde 1405. Los esfuerzos de Lomellino no tuvieron éxito alguno y en 1410 Génova (que había recuperado su independencia) sólo controlaba en la isla las plazas fortificadas de Bonifacio y Calvi.
Una vez más, una revuelta interna acabó con la virtual independencia de Córcega: la revuelta de un feudatario y del obispo de Mariana hizo que Vincentello perdiera el control de la Tierra de Comunas y, mientras acudía a Aragón para solicitar ayuda, los genoveses pudieron completar rápidamente la reconquista de toda la isla.
Sin embargo, el complejo juego de alianzas y enemistades locales no permitió que dicha reconquista fuese duradera. Lo que volvió a encrespar los ánimos fue el Cisma de Occidente y la lucha por la investidura papal que se produce alrededor del último antipapa aviñonés, Benedicto XIII, apoyado por los obispos corsos favorables a Génova por una parte, y la del antipapa Juan XXIII, apoyado por los partidarios de Pisa.
Vincentello, que había conseguido desembarcar en la isla dirigiendo una fuerza miliar catalana, no encontró grandes obstáculos y se aprovechó de las rivalidades cruzadas para asumir fácilmente el control de la Cinarca y de Ajaccio. Tras aliarse con los obispos pro-pisanos, amplió su influencia a la Tierra de Comunas y construyó el castillo deCorte: en 1419 la influencia genovesa en la isla se había vuelto a quedar reducida a los núcleos de Calvi y Bonifacio, mientras Vincentello, con el título de Virrey de Córcega, establecía a partir de 1420 la sede de su gobierno en Biguglia.
En estas circusntancias, Alfonso IV de Aragón se presentó con una gran flota en el mar corso, con el objetivo de tomar posesión personalmente de la isla para anexionarla alReino de Cerdeña y Córcega. Tras la caída de Calvi, ciudad que siempre tuvo gran influencia genovesa, siguió resistiendo animada por las intrigas de los partidarios de la República de Génova.
Durante ese período, la resistencia de Bonifacio hizo que los sitiadores para que acabaran con el bloqueo de la ciudad que, una vez obtuvo la confirmación de sus privilegios, se convirtió de hecho en una especie de microrrepública independiente bajo protección de los genoveses. Poco después, el descontento debido a unos elevados impuestos hizo que estallara una revuelta general contra Vincentello, quien, en un intento de dirigirse a Sicilia, resultó prisionero en un golpe de mano en el puerto de Bastia y, conducido a Génova como rebelde y traidor, fue decapitado el 27 de abril de 1434.
La lucha entre las facciones pro-genovesas y pro-catalanas prosiguió en la isla, y el Dogo genovés Giano di Campofregoso recuperó el control de Córcega, apoyándose en la mayor capacidad artillera (1441). Con motivo de dicha reconquista se funda y fortifica la ciudad de San Fiorenzo (1440).
La reacción aragonesa llevó la lucha a su punto culminante. En 1444 desembarcó en la isla un ejército pontificio compuesto por 14.000 hombres, enviada por el papa Eugenio IV. Este ejército, sin embargo, fue derrotado por las milicias corsas controladas por Rinuccio da Leca, encabezando una liga que reunía a casi todos los Caporales y Barones locales. Sin embargo, una segunda expedición obtuvo la victoria y el propio Rinuccio murió en batalla en el frente de Biguglia.
El señorío del Banco de San Giorgio y de Génova[editar]
1447 puede considerarse un año crucial para el control genovés de Córcega. En este año accede a la silla papal Nicolás V, natural de Sarzana, en la región ligur, y por esa razón muy unido a la República de Génova. Era un hombre enérgico y culto, y uno de los introductores en Roma del espíritu del Renacimiento. De modo inmediato hizo valer los derechos papales sobre la isla (cuyas principales plazas estaban bajo control de las tropas pontificias) y los cedió a Génova.
De ese modo se pasó a un periodo en el que la isla pasa a estar controlada ampliamente por la República genovesa exceptuando Cinarca, bajo control nominal de los aragoneses mediante el dominio más concreto de los Señores locales, y de la Tierra de Comunas, que mediante una asamblea de sus jefes, en 1453 decide ofrecer el gobierno de toda la isla al Banco de San Giorgio, la potente compañía comercial y financiera establecida en Génova en 1407, que lo acepta.
Una vez expulsados los catalanes de la isla (de cuyo paso por Córcega quedará el emblema de la Cabeza Mora, desarrollado tras la Reconquista), el Banco de San Giorgio empezó una auténtica guerra de exterminio contra los Barones isleños, cuya resistencia organizada termina en 1460, cuando los cabecillas son detenidos y desterrados aToscana. Aún tendrían que transcurrir dos años de luchas para conseguir someter por completo la isla, hasta 1462, en que el capitán genovés Tommasino da Campofregoso, de madre corsa, hizo valer con éxito sus derechos familiares para reafirmar el control total de la República también en el interior de la isla.
Sólo dos años después, en 1464, Génova, y con ésta Córcega, cae en manos de Francesco I Sforza, duque de Milán. A su muerte, en 1466, la autoridad milanesa en la isla se desvaneció por las habituales turbulencias internas y, una vez más, tan sólo las ciudades costeras permanecieron de modo efectivo bajo la tutela de las potencias continentales. En 1484 Tommasino da Campofregoso convenció a los duques Sforza para que le confiaran el gobierno de la isla, consiguiendo el control de las fortalezas. En ese tiempo consigue consolidar el poder interno, aliándose con Gian Paolo da Leca, el más poderoso de los Barones isleños.
Tres años después la situación se volvía a mover. Un descendiente de los Malaspina, que ya habían tenido relación con Córcega en elSiglo XI, Jacopo IV de Appiano, príncipe de Piombino, fue llamado para que interviniese en favor de aquellos que se oponían a Tommasino, y así el hermano del príncipe, Gherardo conde de Montagnano, se proclamó conde de Córcega y, tras desembarcar en la isla, se apoderó de Biguglia y de San Fiorenzo. Más que oponerse a Gherardo, Tommasino restituyó discretamente las prerrogativas en favor del Banco de San Giorgio, que durante ese tiempo refundó y fortificó Ajaccio (1492) cerca del lugar de la antigua Aiacium romana. La decisión de Tommasino fue criticada por otros miembros de su familia y por Gian Paolo da Leca, con razón, puesto que en cuanto el banco terminó con Gherardo, apuntó sus armas contra los belicosos barones corsos, a los que no consiguió someter hasta 1511, y esto tras larga y sangrienta lucha.
Durante su gobierno, el Banco de San Giorgio demostró escasa visión y perspicacia política, optando por una búsqueda del beneficio más inmediato en lugar de buscar una estrategia de integración, e instaurando de ese modo un régimen colonial sobre Córcega.
Se fomentó el desarrollo de los bosques, pero los principales beneficios eran para el Banco, que imponía a la isla unas tasas de tal magnitud que de hecho impedía cualquier posibilidad de desarrollo local. A lo largo de todas las costas de la isla se reconstruyeron y en gran parte se construyeron ex novo torres de vigilancia y defensa (muchas de ellas aún subsisten hoy en día) para disponer de un sistema de alerta contra las incursiones de los piratas berberiscos, unido a las patrullas marítimas. A pesar de que no se eliminará del todo (permanecerá hasta el Siglo XVIII), esta plaga se controló, aunque más para proteger los intereses económicos coloniales que para brindar protección a la población corsa, que seguirá sufriendo las sangrientas incursiones de los piratas, virtualmente impunes cuando actuaban en las zonas de costa que el banco consideraba sin interés estratégico y económico.
En gran parte, las instituciones locales (entre las que se distinguía por su realmente avanzado concepto político la organización de la Tierra de Comunas) fueron abolidas o vaciadas de contenido y competencias concretas. Los notables corsos ni siquiera pudieron gozar por completo de los derechos de ciudadanía, sin hablar de acceder a la oligarquía republicana genovesa, que por definición les estaba cerrada.
Los intentos de rebelión fueron generalmente reprimidos con gran dureza, utilizando con frecuencia el recurso a la pena de muerte; o alternativamente aplicando el principio de "divide y vencerás", manejó hábilmente (incitándolas cuando era necesario) querellas locales o inicios de guerra civil, utilizando esos desencuentros para debilitar las fuerzas y la moral de los señores de la isla y por tanto a vacunarse contra alianzas que pudieran dar lugar a un levantamiento general. Se desarrolló la cultura de la vendetta y del bandolerismo, que lejos de desaparecer se afianzaron. Todo esto mientras en Europa, y especialmente en la vecina Italia peninsular, florecía el Renacimiento.
A las desgracias políticas se unieron epidemias de peste y el encarecimiento del coste de la vida que sirvieron para que el proceso de empobrecimiento y embrutecimiento de la isla, además de exacerbar el odio de los corsos hacia el dominio genovés.
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