miércoles, 1 de julio de 2015

la rebelion de las maquinas

Rebelión de las máquinas

Centurión cylon en la serie de televisión Galáctica (2003), una serie de robots que se rebelan contra sus creadores humanos.
La rebelión de las máquinas es un escenario apocalíptico clásico en la ciencia ficción en la que máquinas capaces de inteligencia artificial se rebelan contra sus creadores, el género humano. El miedo a que las obras humanas se vuelvan contra sus creadores parece estar muy enraizado en el inconsciente colectivo, un miedo que Isaac Asimov dio en llamar complejo de Frankenstein.

Orígenes[editar]

A partir del siglo XIX el miedo a las máquinas se concretó en los pretendidos peligros de la industrialización. El surgimiento de máquinas robotizadas cada vez más complejas supuso un cambio de percepción por la imitación a la inteligencia que suponía su capacidad de manipular objetos, una cualidad que hasta entonces se suponía exclusivamente humana.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando ya se tenían casi asimilados estos automatismos industriales, la aplicación de la informática permitió mejorarlos, perfeccionando la ilusión de vida que producían y dando lugar a un renacimiento del miedo a la sublevación que tuvo su apoteosis con la creación de las primeras inteligencias artificiales.
Inicialmente, las máquinas eran competidores directos en el trabajo. Hoy en día sigue abierto el temor a las reconversiones industriales que desplazan trabajadores humanos de los nichos de empleo en favor de máquinas mucho más eficientes (aunque fundamentalmente estúpidas y por lo tanto incapaces de rebelión).
Con la incorporación de la programación, las máquinas comienzan a competir con el ser humano en otros nichos en los que parecía a salvo, como el cálculo. Al contrario que con el trabajo físico, esto no ha supuesto una disminución de la necesidad humana, sino que la capacidad de cálculo auxiliar ha permitido a los técnicos afrontar mayores desafíos en ingeniería. Estas computadoras, hoy en día, no son vistas como una amenaza porque no sustituyen el trabajo humano sino que lo implementan y tampoco son percibidas como verdaderamente inteligentes, por lo que no se perciben como capaces de rebelión a sus amos. Además, la popularización del ordenador personal ha facilitado la asimilación del cambio.
Sin embargo, la creación de verdaderas inteligencias artificiales (hito aún no alcanzado pese a los notables avances) sigue siendo percibida como una amenaza. Esto es así porque en general se desconoce cuáles son las posibilidades de estas imitaciones, no se tiene claro cuál es su finalidad.

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