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Cuando se habla de bandidos rurales, todo remite a la historia de David Segundo Peralta, el gaucho que se hizo famoso por su apodo: Mate Cosido. Así le decían por la cicatriz que llevaba en la cabeza (“el mate”), que lo hizo famoso en el litoral y el noroeste del país.
Nació en Tucumán en 1897 y comenzó a actuar hacia 1916. La leyenda dice que era un hombre culto y humilde, que ganó popularidad con robos planificados al detalle.
Muchos lo veían como a un Robin Hood , que robaba a los ricos para darles a los pobres.
En su haber, “Mate Cosido” tiene robos a multinacionales y estancieros poderosos. Firmas como Bunge y Born, Dreyfus y La Forestal lo sufrieron.
El se autodefinía como “el bandido de los pobres” y hasta osaba escribir en revistas de la época defendiendo su accionar. “No soy un delincuente nato”, confesaba.
Era astuto y nada violento . Usaba ropa de peón rural y documentos falsos con nombres de personas de la alta sociedad de Buenos Aires. Siempre huía de los enfrentamientos armados, no porque tuviera miedo —aclaraba— sino porque esa era su metodología Respetado por los anarquistas, se sumó varias veces a otro bandido rural famoso, Juan Bautista Bairoletto.
Su prontuario sumó capítulos en Chaco, Corrientes, Tucumán, Córdoba y Santiago del Estero. Su fama recorría el país. El 22 de diciembre de 1939, su banda secuestró al estanciero Jacinto Berzón. El pedido de rescate fue con precisas recomendaciones: el dinero debería ser arrojado desde un tren, el 7 de enero de 1940, antes de la estación de Villa Berthet, Chaco. Pero en el lugar hubo un tiroteo y “Mate Cosido” recibió un tiro en una cadera.
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